Matías me propuso el domingo en la noche que más bien hiciéramos algo: que no se haga de noche para no tener que dormir, y que los lunes, en ves de ser lunes, fuesen sábados otra vez.
Ya en la mañana, rumbo al trabajo, me alegré de no decirle que, 36 años después, yo aún siento lo mismo que él. Quién quita que a Matías le vaya mejor.
verdades que se susurran, mentiras en alta voz y otras comunicaciones necesarias