Hay días en que el sol sale distinto. Lo notamos. Estamos pensando en nosotros antes que el vértigo que nos espera. Y estamos cansados de que un pequeño pero temible y misterioso lado oscuro nos tiente y, a veces, si pasa lo peor, nos domine.
Son días para recomenzar. Son los días posteriores a la implosión. En rigor, es un ciclo. Pero cuando esto ocurre, inevitablemente se siente, de todos modos, que estamos comenzando otra vez.
Quizás sea el momento de dejar de decir tanto susurro. Subir un poco la voz. Y atreverse a existir.
verdades que se susurran, mentiras en alta voz y otras comunicaciones necesarias