verdades que se susurran, mentiras en alta voz y otras comunicaciones necesarias

Thursday, October 30, 2008

Volver a empezar

Hay días en que el sol sale distinto. Lo notamos. Estamos pensando en nosotros antes que el vértigo que nos espera. Y estamos cansados de que un pequeño pero temible y misterioso lado oscuro nos tiente y, a veces, si pasa lo peor, nos domine.
Son días para recomenzar. Son los días posteriores a la implosión. En rigor, es un ciclo. Pero cuando esto ocurre, inevitablemente se siente, de todos modos, que estamos comenzando otra vez.
Quizás sea el momento de dejar de decir tanto susurro. Subir un poco la voz. Y atreverse a existir.

Loop

Angustiado ya por el paso de los minutos, y cansado de repetir vueltas sobre las mismas calles, me detuve junto a una señora que parecía esperar un bus y le pregunté cómo hacía para llegar a la Plaza de los Codos de la avenida Parisca. La señora, mucho más calmada que yo aunque fuera ella la peatona y quien dependía de un bus, me dijo que me encontraba ya en la avenida Parisca y que la plaza en cuestión estaba, a dos cuadras, cruzando a la derecha, detrás de unos árboles frondosos que desde fuera no la dejaba ver.
Por los árboles frondosos había pasado ya dos veces y justo allí había cruzado a la derecha, sin poder visualizar la dichosa plaza. “El problema de las direcciones”, me dije, “es que son la explicación de otros sobre un asunto y no tu hallazgo propio”. A pesar de eso, en ese momento me habría gustado tener un GPS, una guía telefónica o un folleto turístico, pero qué va, no tenía mapa a la mano.
Di una vez más la vuelta y allí estaban otra vez los árboles frondosos, sin la plaza de los Codos. Se me hacía que al dar la vuelta la plaza volvía a aparecer y se escondía justo cuando yo pasaba, nada más para hacerme una broma, aunque ya la broma se estaba haciendo pesada.
A veces me pregunto si mi casa, cuando estoy en el trabajo, sigue ahí, solitaria y sin testigos, o si desaparece hasta que yo regrese a ella o se va al supermercado para conversar con la señora cubana que atiende la caja, siempre tan afectuosa y pendiente de marcar bien las ofertas en la registradora.
Quizás ahorita mi casa esté en ese mundo desconocido en el que se encuentra también la plaza de los Codos, todo ese mundo que nosotros imaginamos que sigue allí aunque no lo veamos. De pura confianza.
Al dar ya la cuarta vuelta, vi a la señora montarse en el bus y dejarme sin siquiera tener a quien preguntar. Así que detuve el carro, lo estacioné, y me fui hacia los árboles frondosos. Y desde allí, mirando hacia el frente, casi diagonal, se divisaba la plaza, honrando la confianza de todos los que me contaron donde estaba, aunque no la vieran en ese instante.
Era imposible verla desde el carro y cruzando hacia la derecha, pues pendiente de la vía, la plaza nunca formaba parte del panorama en el que se enfocaba la atención de la vista.
“Quizás yo habría dicho que la plaza estaba al lado del edificio de ladrillos rojos”, me dije, “eso es lo que agregaré si alguien me pregunta cómo llegar aquí”.

Leve

Al despertarse, lo primero que hizo Eladio fue prender su computador y, aún medio dormido, ir a la página web de Osho, donde estaban reunidos y clasificados todos los pensamientos de este iluminado pensador del siglo pasado, y en la que leía su oráculo cada vez que comenzaba el día.

El mensaje del día parecía inofensivo, pero versaba sobre un tema que a Eladio le venía dando vueltas en la cabeza, y sobre el cual pendía el sentido mismo de sus decisiones, de su manera de vivir.

Primero aparecía este dibujo: con trazos orientales y una combinación simple de dos colores, vemos a un angustiado mortal tratando de llevar el equilibrio en el mismísimo cielo, saltando de un ave a otra, mientras ellas vuelan, es decir, nuestro hombre indefenso camina en el vacío.

El dibujo se hace acompañar por una idea que es la que le corresponde a la carta que le ha tocado leer hoy a Eladio. “The past is no more and the future is not yet: both are unnecessarily moving in directions which don't exist. One used to exist, but no longer exists, and one has not even started to exist”.

Lucía como una frase más de las que habitan el almacén oriental de las ideas, en las que los tiempos no son tiempos, el yo no es el yo, la muerte no es la muerte y el bien y el mal no existen. Pero ésta le hizo un clic inesperado. “El pasado ya no existe y el futuro no existe aún: ambos se mueven innecesariamente a direcciones inexistentes. Uno existió pero no existe más, y el otro ni siquiera ha empezado a existir”.

Era un trabalenguas, pero él le dio significado a esas ideas de inmediato. Pensó que era cierto. Que su vida de todos los días presentes y por venir estaba atada férreamente a su pasado. Que no cabía persona a la que conociera a la que él no sintiese la necesidad de contarle sobre su familia, sus padres periodistas, el amor perdido, sus dudas vocacionales y su tránsito por los distintos sistemas de creencias religiosos y políticos.

También contaba sobre un accidente en el que casi había perdido la vida en la adolescencia. Pero lo peor es que, aún sin existir, Eladio creía que su vida estaba encaminada hacia un futuro que sin nacer ya estaba equivocado. Tenía la intuición de que, su trabajo, sus amigos, su manera de relacionarse con mujeres y desconocidos, lo llevaban hacia un lugar al que no quería ir.

Era un tipo que necesitaba de muchas palabras para sentirse presentado, muy descontento con el camino que llevaba su vida. Y fue esa mañana que decidió que, en adelante, ni la abstracción de su pasado ni la ilusión de su futuro existirían más.

Comenzó por levantarse de su computadora y olvidar ex profeso, por ejemplo, sus rutinas mañaneras: en lugar de ir a preparar un café fue primero al baño, y sentado en el baño, en lugar de leer, decidió cantar.

Al salir de casa, decidió no hacerlo por el ascensor: no por fácil y aprendido ésa era la manera de bajar hacia el estacionamiento. Y en el estacionamiento, decidió pasear por muchos puestos donde otros vehículos estaban estacionados (descubrió que nunca se había fijado en ellos), hasta llegar el suyo, como si lo reconociera por primera vez.

Así pasó el día. Al llegar a la oficina, en lugar de darse su ronda diaria por todos sus compañeros para saludar y dar besitos (“mis complejos para ser aceptados no tienen por qué condicionar mi futuro”), se internó en su cubículo sin pronunciar palabra, y sólo contestó durante la mañana, sin sonrisa forzada de por medio, lo estrictamente necesario.

Cuando llegó la hora modorrada posterior al almuerzo, en la que acostumbraba llamar a mamá y escribir algún e mail a un viejo amigo extrañado, prefirió dormir una siesta budista (10 minutos de relación que equivalen a 2 horas de descanso, con su i pod puesto).

Cuando terminó de trabajar buscó su carro desprevenidamente de nuevo. Camino a casa se dejó perder, tomando vías que no conocía o no eran habituales. Tratando de que la vía le pareciera nueva. Entonces pensó que realmente podía vivir cada día como si fuese distinto del anterior. Pero, “y lo que he aprendido ya?”, “lo pierdo?”.

Al llegar a casa quiso prender la tele, destapar una cerveza y beberla mientras se cambiaba la ropa como era su rutina, y pensó que las rutinas, aunque se repitieran, podían disfrutarse cada vez.

Estaba confundido: no podía dejar de ser quien había sido, pero quería llegar a ser quien se proponía. Era víctima del pasado y adicto al futuro, pero su presente no tenía color ni brújula sin ambas invenciones.

Entonces decidió olvidar con tanta convicción como había creído. Fue a su computadora y no abrió la página web de Osho. Recibió y abrió (lo que no hacía muy frecuentemente) un par de correos colectivos con chistes de gallegos y mensajes sobre Dios y la amistad.

Encendió la música en la sala, mientras buscaba ojear un libro. Ya le había hecho reset al experimento. La voluntad se había acabado (un día de duración). La soledad de su casa le hizo extrañar. Así que desechó el dibujo del hombre caminando en el aire, sobre las aves y sin tiempo. Y a esa hora, apenas caída la noche, llamó a Eugenia.

Thursday, October 9, 2008

El abandonado

Ando por las calles sin saber si alguien sabe que ando. Canto para mis adentros y hacia afuera sin percatarme de que alguien me escuche. Me pregunto si de verdad habrá algún Dios de cualquier tipo atestiguando mi existencia. Si será un poder multiforme capaz de ser viejo, rana, cielo y lluvia, o es un simple compañero inanimado como una hoja de árbol o un trozo de hierro, que contribuye a que sea tan pesada esta vida tan leve. A que de pronto esta sensación de sin mapa a mano sea más que una simple referencia, una metáfora barata y mal habida, sino un hallazgo certero, que hable de lo inexplicable y fútil que son los días mientras estamos vivos.

Tuesday, October 7, 2008

De los días y los años

Matías me propuso el domingo en la noche que más bien hiciéramos algo: que no se haga de noche para no tener que dormir, y que los lunes, en ves de ser lunes, fuesen sábados otra vez.
Ya en la mañana, rumbo al trabajo, me alegré de no decirle que, 36 años después, yo aún siento lo mismo que él. Quién quita que a Matías le vaya mejor.

Friday, October 3, 2008

Hace apenas unos años

Yo no tenía celular, así que no pude llamarla. En su casa estaba dañado el reloj, por lo que ella no sabía que yo estaba tarde. Cuando finalmente llegué a la casa de Emilia, el timbre no servía, pero nunca me enteré, pensé que se había ido, que se había cansado de esperarme. Me fui a misa y regresé a su puerta. Ella se quedó dormida ya vestida para recibir mi visita. Me fui a casa. Pensé que no iba a perdonarme, así que no la busqué más. Al ver que había anochecido y yo no aparecía, ella creyó que había dejado de interesarme. No volvimos a vernos.

Nueva York

Camino por estas calles como si las conociera de nacimiento. Aunque probablemente esta no sea sino la segunda, la quinta o la décima vez que las camino. Nadie nota que no soy de aquí. No ser de aquí es lo natural. De eso se trata. De ser quien eres. Y mostrarlo. No importa de qué remoto lugar o cultura vengas. Esta es tu ciudad. Nuestra ciudad. Del que la quiera. O al menos del que la aprecie. Muchos no queremos vivir allí. O no hemos tenido el chance. Y aún es nuestra. Nueva York.

de aquí soy yo?

Wednesday, October 1, 2008

Junta de presupuesto

Las columnas rojas. Las filas azules. Las diagonales verdes. Los cuadros en blanco. Los números. Las casillas. Las tablas Exel. El fastidio. Las palabras huecas: la proyección, el "endorsement", lo "comprometido". Los negocios. La ausencia de pasión. Los rubros. El aire acondicionado. Las camisas. Las corbatas. El silencio. Los totales. Los déficit. Los imprevistos. Los consultores. Los servicios. El minutero. Una reunión pendiente. Y esta cabeza, que ya no puede estar aquí.

Sunday, September 28, 2008

La frase

La caja contenía, además de objetos de algún valor recordatorio, fotos desperdigadas de épocas distintas, blanco y negro y color, viejas, viejísimas y no tan viejas, y más de veinte cartas recibidas y por enviar (nunca enviadas).

De cuando en cuando le venía la tentación de volver a ella, abrir sus ajados y falsos dobleces de papel de regalo, pero siempre le detenía el temor a que algún sentimiento despertara ante una oración, un rostro o un objeto ínfimo de esos que contenían toda una historia, y él se quedara detenido en el tiempo, extrañando y maldiciendo por el paso de los años.

Pero esa tarde Juan no pudo deshacerse del deseo de regresar al pasado. Salió del trabajo y llegó a casa resuelto, como si nunca antes hubiera dudado, a buscar aquella carta que 13 años atrás le había escrito a su primer amor, explicándole por qué la dejaba.

Sabía que allí había una frase que por años le pareció magistral y “toda-explicatoria”, como recordaba que había dicho aquella tarde lejana ya, en una mesa de cafetín, justo cuando le leía su pieza de despedida. Pero, de pronto, ante el paso inexorable de los días y la consecución indetenida de historias reales de la cotidianidad, no la recordaba.

Por esos días Juan sentía que en algún momento su vida había perdido sentido, que sus días no tenían trascendencia y, una vez más, el inconsciente lo llevaba a rastras a pensar que si aquella historia hubiese continuado, su vida le seria más leve, o, por el contrario, tendría el suficiente peso como para serle llevadera, parecería albergar alguna misión.

Regresar a aquella frase, se le ocurrió, le permitiría convencerse, comprender de nuevo y con claridad, recordar las estrictas razones por las cuales esa historia había desaparecido, y cómo ese, más bien, a contraparte de lo que sentía, habría sido el mejor desenlace para su vida.

Al abrir su caja de los recuerdos encontró una pequeña campana que una vez había robado de una iglesia; una tarjeta de cumpleaños que le regaló una linda adolescente que nunca más volvió a ver después de terminado el bachillerato; una corbata que le regaló su abuela recientemente fallecida; un marca-libros que no sabía por qué había guardado y algunos rostros que reconocía y otros que no en algunas de las fotos tropezadas.

Después de mucho, Juan disfrutaba de nuevo de la expedición que le ofrecía su privada máquina para viajar en el tiempo.

La carta que buscaba seguía doblada con la técnica origami con que doblaba las cartas en aquellos años. Una técnica que había aprendido trabajando de voluntario en el Museo de los Niños, donde eventualmente lo asignaban en el aula de técnicas de doblado oriental que a los niños, y sobre todo a las niñas, les encantaba.

Estaba escrita en papel salmón y contaba por escenas las causas por las que aquella relación debía concluir. Eran ideas abstractas, llenas de eco, parecidas a las pinceladas de un boceto que no termina de ser cuadro. Pero escuchadas en la voz de un adolescente, para la que habían sido escritas originalmente, parecían, eso sí, una declaración de convicciones incomprendidas, un decreto inamovible.

Juan se paró un momento para hacer acompañar su momento con el sonido de un álbum recién descubierto, la producción independiente Better, de la rusa-americana Regina Spektor.

Regresó a la carta y siguió leyendo. Días aciagos aquellos. Turbulencia estudiantil con caos hormonal, incomprensión del presente y el futuro con sensibilidad extrema. Las preguntas básicas de la vida estaban todas hechas ya, pero todas estaban también por responder: de dónde venimos, si los valores son todos relativos qué entonces está bien y qué está mal, para qué estamos aquí, para dónde vamos.

El amor era ineludible, pero también era un estorbo. Una sombra enorme que se interponía, exigía espacios y tiempos entre el Juan de aquellos días y la necesidad de resolver sus angustias, conocer su destino.

If I kiss you where it's sore
If I kiss you where it's sore
Will you feel better, better, better
Will you feel anything at all
Will you feel better, better, better
Will you feel anything at all

La particularísima voz de Spektor era como un anuncio de esperanza, como si algo que estaba por llegar y le quitaría la ansiedad se anunciara.

You're getting sadder, getting sadder, getting sadder, getting sadder
And I don't understand, and I don't understand
But if I kiss you where it's sore
If I kiss you where it's sore
Will you feel better, better, better

Sin advertirlo, la lectura de Juan llegó a la frase que buscaba. Tuvo que devolver los ojos pues a la primera leída no la reconoció.

“Si hubiese sabido en algún momento de lo que iba a ser capaz no lo habría escogido”.

A Juan le pareció insignificante. En su imaginario ya aquella frase no tenía el mismo impacto que en otros tiempos. Le lucía hueca.

La frase sonaba reveladora, parecía una confesión, y en su tiempo era una buena treta, lograba su propósito, confundir sin decir nada. Sobre todo confundirse a él. Pero ya no significaba ninguna cosa. “Si hubiera sabido qué, habría evitado qué”, pensó Juan, que quedó descubierto frente a si mismo, desnudo frente a su error injustificado.

Entonces develó sus temores. Más que tener miedo de quedarse atado a algún contenido emocional del pasado de aquella caja, lo que Juan temía más bien era que la frase que buscaba como piedra filosofal ya no significara nada.

Y que, con más razón ahora, lamentara cada maldito día en el que aquella historia había terminado, y él se hubiese quedado en el vacío, tratando de conseguir un nuevo rumbo que le fuera propio sin haberlo logrado.

Will you feel better, better, better
Will you feel anything at all
Anything at all

Desconcertado y con apremio para olvidar, Juan guardó cada objeto de nuevo y cerró de nuevo la carta, que esta vez ya tenía vencido los dobleces de origami y hubo de quedar semiabierta.

Juan se guardó la caja en su rincón desapercibido del closet. Ya comenzaba una nueva canción de Spektor, Fidelity. Se sirvió un licor sin hielo y se sentó frente a su cuaderno de notas en el comedor de la sala, y allí escribió: “La frase ya no dice nada. El tiempo ha cambiado las cosas de lugar, ya no las reconoce, ni las reconozco yo, perdieron su significado. Hay engaños que tardan años en ser reconocidos, pero siempre son reconocidos”.

Juan cerró el cuaderno, se terminó de tomar de un trago el licor que le quedaba, y se marchó a caminar y a buscar una excusa que le permitiera extraviarse en lo que quedaba de tarde.

Tuesday, September 23, 2008

Salud!

Todos los días deberíamos brindar por algo. Celebrar que el sol se opone, o que se despierta. Festejar los cumpleaños aunque fuere de alguna planta. Estar contentos porque sí, sin mayores causas. Sonreír de puro estar vivos. Abrazarnos y contentarnos sólo por la mera alegría. Y vivir así, celebrando, felices, cantando.

Friday, August 1, 2008

Diálogo

-Eso era todo
-Pensé que si me habías mandado a llamar para decirme algo “muuuy importante” se trataba de algo nuevo.
-Para mi es nuevo, nunca antes pensé en matarme. Pero ya ves, no todo lo que yo creo que es importante lo es también para ti.
-No es la primera vez que me dices que si yo no estoy, tu vida puede acabarse: me lo dijiste cuando te detectaron aquel falso cáncer, cuando te caíste del autobús y cuando te fracturaste el dedo meñique. Lo único que cambió hoy es que serías tu quien te quite la vida.
-Y?
-Y qué?
-Qué te produce?
-Más de lo mismo. Yo no quisiera que tú sufrieras, pero no puedo pasar el resto e mi vida responsabilizándome por tu destino.
-Entonces no te importa.
-Sí me importa, sólo que no puedo hacer nada.
-No puedes hacer nada para que yo no me mate porque tú me dejas?
-No. Y no sé cómo decírtelo más claro. No quiero que me llames más. Quizás en unos años nos encontramos, nos saludamos, pero ahora no es sano que nos veamos.
-Cuántos años?
-No sé, mejor ni pienses en eso.
-Para ti es muy fácil.
-Créeme que tú logras que se haga bien difícil.
-Cuando encuentres la noticia de que me he muerto, lo vas a lamentar.
-Asegúrate de que me entere, para ver si es así.
-Eres un cínico, no sé por qué me importas tanto.
-Tú eres una obtusa, y sí tengo clarito por qué no quiero saber ya nada de ti.

Tuesday, July 29, 2008

Wednesday, July 23, 2008

Después del sueño

El hombre era feliz. Caminaba por unos empedrados fascinadamente acompañado. La ciudad tenía una luz única. Los bares abrían sus puertas de par en par. Ya no sabía si estaba en su ciudad. En París. O en una ciudad de ensueños. La gente cantaba. Todos le saludaban. En un lugar comía. Luego compraba artesanías. Era amado. Y amaba vivir.

Cuando despertó, y vio que todo era un sueño, estuvo a punto de ponerse triste
pero recordó la importancia de las cosas sencillas.

"Más vale disfrutar de haber tenido ese sueño, que lamentarme por lo que no tengo", pensó. Se levantó, le dio un beso a su hijo que dormía, y se puso a ver televisión.

Monday, July 21, 2008

Tengo una muñeca,
una muñeca viva
Cuando balbucea la adivino
Dice ta, y se lo que quiere
ta, y la advierto
ta, y la traduzco

Wednesday, July 9, 2008

Al borde

-Eso era todo
-Pensé que si me habías mandado a llamar para decirme algo “muuuy importante” se trataba de algo nuevo.
-Para mi es nuevo, nunca antes pensé en matarme. Pero ya ves, no todo lo que yo creo que es importante lo es también para ti.
-No es la primera vez que me dices que si yo no estoy, tu vida puede acabarse: me lo dijiste cuando te detectaron aquel falso cáncer, cuando te caíste del autobús y cuando te fracturaste el dedo meñique. Lo único que cambió hoy es que serías tu quien te quite la vida.
-Y?
-Y qué?
-Qué te produce?
-Más de lo mismo. Yo no quisiera que tú sufrieras, pero no puedo pasar el resto e mi vida responsabilizándome por tu destino.
-Entonces no te importa.
-Sí me importa, sólo que no puedo hacer nada.
-No puedes hacer nada para que yo no me mate porque tú me dejas?
-No. Y no sé cómo decírtelo más claro. No quiero que me llames más. Quizás en unos años nos encontramos, nos saludamos, pero ahora no es sano que nos veamos.
-Cuántos años?
-No sé, mejor ni pienses en eso.
-Para ti es muy fácil.
-Créeme que tú logras que se haga bien difícil.
-Cuando encuentres la noticia de que me he muerto, lo vas a lamentar.
-Asegúrate de que me entere, para ver si es así.
-Eres un cínico, no sé por qué me importas tanto.
-Tú eres una obtusa, y sí tengo clarito por qué no quiero saber ya nada de ti.

Tuesday, July 8, 2008

Feliz y otras cosas

Soy feliz. Siento como nunca que tengo una cueva y me maravillo reflejándome en el milagro mis críos. Me siento reproducido en los vocablos que se combinan como notas al salir de mi teclado. Amo a quien me ama. Y soy feliz. Pero no solamente. Soy feliz, y al mismo tiempo, no puedo evadir las incertidumbres que dan al no saber sobre la utilidad de la existencia. Cuando esas preguntas llegan no hay manera de evitar la soledad. A nadie sino a uno le toca encargarse de su propio destino. Nadie puede padecerlo en lugar de otro. Es lo que nos hace únicos, pero también lo que nos amenaza, la responsabilidad de ser quienes somos sin certeza alguna.

Friday, July 4, 2008

Estación desierto

Me pasé la vida buscando quien me quisiera sin inundar e invadir mis espacios, y ahora que he llegado aquí, y tengo quuien me quiera, sin inundar ni invadir mis espacios, tengo la calma para ver que no hay en mi sino desierto.

Sunday, June 29, 2008

Mañanas de Sansón

Cuando despertó -después de 18 vueltas en la cama que intentaban reconciliarle con el sueño- y pudo puntualizar su primer pensamiento, dudó si su estado de embriaguez se había iniciado hace unas horas, o si se había pasado borracho la vida entera.

Durante el disturbio de la mañana escuchaba voces retumbar en su cabeza, comentarios, risotadas, como si transitase en un túnel de ecos que le traían la repetición de muchos momentos vividos, en medio de una sensibilidad particular, en la que coexistían chistes y discusiones recientes, de la noche anterior, y sobrevivían recuerdos sumamente antiguos (adolescencia, primeros trabajos, un amigo en otros continente y otras miles de borracheras).

A la película sónica que le entretenía, se sumaban las sensaciones del olor del cigarrillo, el gusto del alcohol y el brillo de la noche, ya fatalmente extinguida.

El pensamiento, a diferencia de lo que han afirmado los científicos, parecía tener mucho más que siete salidas simultáneas. La aún naciente mañana hizo del pasado una materia viva, como si el vino fuese un conector en el tiempo, como si anoche se hubiese montado en una nave de la física cuántica.

A pesar de que no era posible concentrarse, la sensación de estar bombardeado por sonidos, frases, imágenes y emociones, que databan de desde unas horas atrás hasta años remotos, era grata.

Lo único que no le provocaba era lo único que tenía que hacer: pararse de la cama.

Después que el alcohol penetró durante horas los neurotransmisores y el cuerpo y el cerebro llegaron a tal estado de éxtasis, sus neuronas se habían quedado también sin capacidad de establecer contacto con la escasa serotonina que su organismo producía.

Disfrutar así implica no hacer nada. Sólo reír. Reír sabroso, pero estar incapacitado para casi todo. Permite elucubrar poesías baratas sobre la cercana presencia de los dioses cuando el alcohol fluye por la sangre y auscultar una curiosa capacidad para verse a si mismo, en unos espejos que la sobriedad no permite.

“Tomar discapacita”, se dijo con sorna, “pero hace llevadera la existencia”.

En ese momento en el que la inteligencia se reactivó y una sonrisa para sí apareció en su rostro, pudo levantarse y dejar en la cama la mayor parte de los sonidos e imágenes con los que se había levantado. También trató de deshacerse de las pocas culpas que se le inoculan cuando tomaba de esa forma. De mantener consigo las viejas canciones que hoy sonaban en el i pod particular de su cerebro, que siempre está en random.

Al incorporarse, sus pies se tropezaron en el piso con un objeto contundente. Tardó en reconocer, por la penumbra que aún se esforzaban por mantener las persianas cerradas, que se trataba de una botella olvidada, sacada del bar a último momento, llamada como a un figurante al que un guionista escribió una línea de poca trascendencia, perdida en la memoria ya inexistente del final de la noche.

Una botella de vino sansón, un licor barato, viscoso y dulce que en décadas pasadas usaban la doñas para cocinar y los jóvenes tomaban a escondidas cuando descubrían a tientas la existencia del alcohol en la vida.

Contenía cuatro dedos restantes, vistos a la luz que se empeñaba en entrar al cuarto. La empinó, vació en una forzosa pero suficiente bocanada su contenido, sintió un frescor en alguna parte posterior de la cabeza, y se levantó a regañadientes a empezar la jornada.

Cuando llegó al espejo de su baño se miró al rostro como quien se ofrece los buenos días.

Thursday, June 19, 2008

Será Dios alguien o algo?

Si no existiéramos los hombres, existiría Dios?

Tuesday, May 27, 2008

Idas y vuelta

Los hombres del campo soñaban con la ciudad. Y en la ciudad, los hombres estaban hartos. Entonces los hombres del campo decidieron irse a la ciudad, y los de la ciudad decidieron ir a descansar al campo. Cuando regresaron, los hombres de la ciudad añoraban el campo, pero no sabían como vivir sin el ruido, el encierro y las millones de informaciones sobre cosas inútiles a las que estaban acostumbrados. Los hombres del campo extrañaban también su tierra, pero estaban empobrecidos y entrampados, y ya no podían regresar.

Wednesday, April 30, 2008

Un mar de angustias

Es imaginario todo. La anticipacion al conflicto. La razon del apuro. El tiempo mismo es apenas una convencion.
Vivimos bajando rapido las escaleras sin que las escaleras vayan a irse de su sitio.
Sometidos a mareas y contramareas de presion que nosotros mismos inventamos.
Afligidos por circunstancias que no estan alla afuera. En lugar de caminar como si nada.

Saturday, April 26, 2008

alma subterránea

Mi cuerpo no se mueve, pero mi espíritu sigue en él, en esta fosa oscura. Me dijeron que al llegar aquí mi alma se iría, pero no, nada que se mueve. Me provoca abrir esta urna para ver si es posible volver, como los insurrectos, pero no sólo no hay espacio como para que mis brazos puedan acomodarse a impulsar esta tapa sellada, sino que ya ellos no me responden: veo mi cuerpo pero no me pertenece, me reconozco pero no soy mi dueño.

mis gordas

Pocas de ellas saben cuánto las he amado. Yo, entre muchos otros que las aman.
Mi madre, mi tía. Mi abuela. Mi prima, mi vecina, mi conserje.
La ventaja es que las que no saben, ignoran también mis infidelidades.
La española, la niña, la compañera de clases, la muchacha de la cafetería.
Las gordas son tan amables como su humanidad lo exhibe. Un amigo que tuvo un hijo con una me lo dijo. Lo peor es que andan escondiéndose, como si fuera tan fácil. Así es el amor. Mientras más grande más necesita de sindéresis.
Las Botero, las de Reverón, las matryoshka.
Lo peor es que lo logran. Pasan escondidas por la vida de uno.

Friday, April 25, 2008

de qué?

Es que acaso para ser padres se necesita aprobar un curso de admisión? Quién es que puede medir la eficiencia de cada cual para con su trabajo? También en los amores o en la amistad hay que demostrar que somos aptos? A quién se le ocurrió que podíamos estar a prueba?

Thursday, April 24, 2008

Preguntas impuras, observaciones veredes

No importa lo que me conteste, nunca sabré lo que está pensando ella.

Por qué en las salas de los aeropuertos no hay unas poltronas para sentarse cómodamente?

Hay periódicos que después de un tiempo parecen el mismo todos los días.

Por qué a veces se deprime un hombre después que hace el amor?

Todas las paredes de la ciudad deberían estar diseñadas con graffities.

Será verdad que existió Cristo?

Hay periódicos que no provoca leerlos desde el primer día.

Y a los vecinos, por qué les cuesta tanto hablarse?

Cualquier desprevenido pensaría que el sol sale a la misma hora en todas partes.

Es hora de irse? Quién dijo?

Tuesday, April 22, 2008

Señales

Cuando menos lo imaginaba, las señales estaban ahí. Detrás de la ventana, con persianas abiertas, un par de nubes parecían un volcán dentro de la montaña. En la corrida mañanera, un centavo en el suelo. En el tráfico automotor, una joven cantaba enajenada una música que le alegraba el día. En la recepción de la oficina, buenos días. En su escritorio él mismo. En el almuerzo, su comida favorita. En el aire, oxígeno.

Siguió encontrándolas por varios días. Las rayas que dividían las calles eran amarillas. Su almohada se veía mejor si la disponía horizontalmente. Las paredes comenzaron a lucir con sus libros. El eco del ascensor se hizo divertido.

Semanas más tarde las señales seguían allí. Sus hijos eran más graciosos que nunca. El café olía delicioso, sobre todo muy temprano. La sonrisa de su mujer no se borraba ni borrándose.

Ya no había razones para estar triste.

Saturday, April 19, 2008

El exiliado

Uno cree que huyendo de lo que no le pertenece se hará un nuevo mundo para construiir y estar rodeado de lo que decide va a pertenecer. Y está en lo cierto. Sólo que nadie se queda sin pasado, de ese pasado venimos, y a él seguimos perteneciendo. Pasan los años y la referencia persiste. Se convierte en extrañamiento. Entonces sobreviene la trampa, la idea del regreso o de una nueva huida. Dejar de nuevo en el pasado al presente, volver a convertirse en exiliado. En uno nuevo y repotenciado...

Es una puerta ésta que una vez que se cruza, desaparece. No tiene, más que como una ilusión, parte de atrás. Sólo se puede entrar. No hay regreso.

Sunday, April 6, 2008

Los días contados

Desde el jueves se anuncia la promesa. Llega el viernes y aunque el día es laborioso, aún bajo la luz del sol es festivo: es seguro que la noche llegará y, con ella, la celebración de lo prometido. El sáabado es la reina. Plena la libertad. Y la vida nos pertenece. Pero el domingo volvemos a despedirnos. Todo un día funerario para comenzar de nuevo el lunes. Odio los lunes.

Saturday, March 22, 2008

Entredespierto

Cuando el hombre despertó, no solo el dinosaurio estaba allí. Sino que a su lado había unas serpientes, algunos árboles y, a un costado, la calle. Había autos, casas de concreto y de madera, helicópteros y aviones. En el cielo había menos nubes y más claridad (hora de despertarse). Sin embargo, el hombre prefirió, y así lo hizo, seguir durmiendo.